Hola!!! Desde este humilde espacio, te invito a ver el mundo desde "mi ventana"... Y a que me cuentes un poco cómo se ve desde la tuya... Dale, que hay cosas que quizás, no se pueden decir... Pero se pueden escribir ;) ... Pasá y acomodáte...
martes, 24 de diciembre de 2013
miércoles, 30 de octubre de 2013
Argentina: 30 años de Democracia
El 30 de octubre de 1983, yo tenía 1 año y medio. Fue mi
primera visita a la Casa Radical, en medio de la vorágine de una sociedad llena
de ganas de decir, de expresarse, de hacerse escuchar y sentir en la voz del nuevo
flamante orador designado por el pueblo, Raúl Ricardo Alfonsín. El primer
presidente que marcaba el retorno a la democracia.
Mi abuelo, Rafael Cugat, férreo defensor de la libertad de
expresión, del valor de la palabra, sea de quien sea, de la política decente y
de las causas justas, me calzó el vestido rojo y blanco y me llevó a esa
esquina histórica. Me presentó a la Democracia en el rostro eufórico de todas
esas personas que habían ganado mucho más que una elección. No se trataba del
triunfo de un partido. Era el triunfo de una sociedad que decidió nunca más
dejarse someter por el miedo, una sociedad que recuperaba su condición de “ciudadanos
de la República Argentina”.
Tengo fotos mentales de aquella noche. O quizás son imágenes
que me fui creando con los años a través de las anécdotas, los discursos, los
libros de historia… A esta altura, quizás sea un poco difícil de distinguir… Sin
embargo, esas imágenes me siguen llevando a un estado de felicidad extrema que,
claramente, no llegaba a entender a mi corta edad, pero que hoy me llena el corazón
al punto tal de robarme una que otra lágrima.
Yo no elegí la democracia, en ese momento. No la sufrí, no
la peleé, no soy una sobreviviente… Pero la vi nacer, y con eso me alcanza. Me
alcanza para defenderla, cueste lo que cueste. Me alcanza para amarla, a pesar
de sus defectos. Me alcanza para respetarla, aunque a veces no esté de acuerdo.
Me alcanza para volverla a elegir, día a día y en cada uno de mis votos. Con
sus derechos y sus obligaciones, con todo lo que me hace renegar. Me alcanza
para llenarme de bronca y de dolor cuando veo que la atacan y la desafían, en
lugar de intentar corregir sus debilidades; sea quien sea y del color que sea. Me
alcanza para agradecer eternamente a todos aquellos que la hicieron posible.
Hoy no me calzo el vestido rojo y blanco, ni de ningún otro
color. O mejor dicho, sí. Me visto de celeste y blanco y otra vez me comprometo
a defenderla, por sobre todas las cosas, para las generaciones futuras, especialmente.
Como lo hicieron muchos de los que estaban esa noche.
Gracias a ella, hay peronistas y radicales (quizás ya no
tanto en esos términos), hay gente de izquierda, del centro y de la derecha. Hay
defensores, críticos y detractores. Hay opiniones. Gente que dice lo que
piensa, aunque no siempre piense lo que dice… Pero lo hace libremente. Hay
debate. Y nada enriquece más al ser humano que la posibilidad de encontrarse
con quien piensa diferente, aunque más no sea por el sólo hecho de saber que
existe otra forma de ver. Hay gente que elige, para bien o para mal y le guste
a quien le guste, pero puede elegir. Y nada hace evolucionar más al hombre que
las elecciones que marcan su camino.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)